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Haile Selassie

31 May

En 1974 el alza del precio del petróleo inició una revolución en Etiopía. Como corresponsal de guerra y reportero viajero, Ryszard Kapuscinski se desplazó al país africano para cubrir los acontecimientos. Su interés por la revolución fue anulándose a medida que conocía las causas de la agitación del pueblo y se adentraba en el mundo monárquico del emperador, Haile Selassie.

Un reportaje convertido en novela

Para conocer en primera persona los sentimientos de un pueblo engañado por la dictadura del Emperador y conocer al mínimo detalle de lo que pasaba en Palacio, Ryszard Kapuscinski se valió de fuentes periodísticas de gran relevancia como Teferra Gebrewold, jefe del Ministerio Comunicaciones y con aquellos que conocían cómo se vivía en el palacio del Emperador. Todo ello con un claro objetivo, investigar la vida palaciega y la forma de gobernar de Haile Selassie.

El Emperador, Haile Selassie

El Emperador tenía una forma muy peculiar de dirigir al país y realizar los nombramientos de su corte pues lo hacía oralmente para que no cayera sobre él ninguna responsabilidad ni ninguna queja por parte de sus súbditos. Toda su camarilla se dejaba ver con el Emperador, aunque no se buscaba un acercamiento. “Siempre nos fijamos en el poder del dictador y nunca en su corte, cuando es ésta la que hace surgir una dictadura”, Agnieszka Flisek, ex secretaria de Kapuscinski recuerda lo que éste opinaba de la corte.

German Newiman, colaborador muy cercano al Emperador, aprovechó el viaje de Selassie a Brasil para iniciar una rebelión. Pero fracasó. El ejército etíope defendió la patria y expulsó a los rebeldes. Haile Selassie volvió al país más que triunfante.

Esta rebelión afectó de algún modo al Emperador quien introdujo nuevas actividades, modificó su forma de gobernar e incluso nombró a personas ajenas a la corte para iniciar un proceso de desarrollo en Etiopía. Inauguró aeropuertos, puentes, hospitales. Obras donde se materializaba el progreso. “Selassie era un mal menor, pero al mismo tiempo tenía signos de progresismo y modernización. Era un tipo proclive al progreso porque va en contra de determinadas prácticas africanas”, Rubén Darío Torres durante el II Seminario de Ryskard Kapuscinski.

Tras la subida del petróleo, el ejército decidió tomar el poder. Haile Selassie parecía intocable. El Emperador contaba con un punto a favor: el poder de la tradición. Pero el ejército utilizó los medios de comunicación para hacer ver al pueblo etíope lo mal que se había portado con ellos el Emperador por lo que se unieron e iniciaron las protestas en la calle y a pie de Palacio.

Antiguo Palacio de Menelik, residencia del Emperador

El 28 de agosto de 1975 murió el Emperador, Haile Selassie. Y con él la miseria con la que trató al pueblo etíope. El nuevo gobierno cerró el capítulo de la dictadura para abrir a Etiopía en un mundo más libre.

Extrapolar la realidad

Ryszard Kapuscinski supo, mediante El Emperador, extrapolar la situación que se vivía en Etiopía a cualquier país, sociedad o tiempo. «Es por ello por lo que Kapuscinski es universal», afirmó Rubén Darío Torres.

«Queria que el libro fuera una dimensión universal, que fuese un libro sobre los mecanismos del poder dictatorial y como el individuo participa en él»,  Agnieszka Flisek, ex secretaria de Kapuscinski.

«En muchos momentos es un tratado sobre la corrupción política bastante vigente. No se centra exclusivamente en lo que sucede en Etiopía si no también en lo que pasa es su ciudad natal», José Luís González, profesor de la Universidad Miguel Hernández y periodista.

Todos coinciden. Sin duda, él es El Emperador del periodismo.